El verano y las violencias sobre nuestros cuerpos
- modemoda
- 22 ene 2020
- 2 Min. de lectura
Tiene 16 años. Decidió faltar al cumpleaños de su mejor amiga porque se hace en una casa con pileta y no quiere ponerse la malla. Le llevó días de sufrimiento decidirse. Sabía que la fiesta implicaba miradas reprobadoras, la vergüenza, estar preparada para el golpe de una palabra hiriente que, aunque no llegue, estará presente en su cabeza. Los años pasan, pero el insulto “gorda” se mantiene. Y se ensancha: los cuerpos delgados son cada vez más delgados y todos los demás son abyectos, hay que esconderlos, vivir en ellos como si fueras culpable de una cantidad de delitos a la ley de lo magro: no quererte, porque “si te quisieras harías dieta” para adelgazar; desechar lo saludable; ser perezosa. Si comés en público, cualquiera se siente habilitado a censurarte. Los feminismos, que cambiaron muchos sentidos comunes, no se metieron –lo suficiente - con un significante cargado de las peores connotaciones. Y a partir de agosto, cada año, todas esas humillaciones y exigencias se multiplican: “llegar al verano” es, únicamente, llegar delgadas. Felices, flacas, perfectas, divertidas. El verano se despliega mucho más allá del sol, las olas y el viento, en la dirección de los mandatos que obligan a disfrutar sólo de una manera. Las chicas del verano siempre son jóvenes, “copadas” y saludables, la nueva palabra mágica. Les gusta la cerveza –si no les harán un bautismo violento como el que propuso la publicidad de Brahma- sin el efecto no deseado de la pancita o los excesos. Tienen a mano las opciones del aire libre. Para pertenecer, tendrán que encajar en cada una de esas exigencias con una sonrisa. Verano y dieta vienen indisolublemente unidos, como verano y diversión, verano y descontrol. Las que no tienen el cuerpo perfecto que postula la publicidad lo tapan: los pareos que las envuelven llevados al borde mismo del agua son una de las formas de que la malla no se convierta en un verdugo. Muchas eligen quedarse vestidas porque “están indispuestas” o enfermas. Cualquier excusa que haga cuerpo que ellas están fuera de circulación. Los cuerpos que importan son flacos, y están disponibles (para otros, siempre en masculino). La gordura te sustrae al deseo y eso se postula a cada momento. El tema es la panza, los rollos o la celulitis, casi nunca los mandatos. Un cuerpo deseable será un cuerpo flaco, y ni siquiera: la mayor parte siente que tiene algo para ocultar, para avergonzarse, para modificar. Es el mercado, es el capitalismo magro, es el patriarcado, todos unidos para condicionar el disfrute.

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